CON JACQUELINE BONACIC-DORIC YAKY

Fotos de Juan Carlos Vera (2013)

Fotos de Juan Carlos Vera (2013)

Esta entrevista tuvo lugar en enero de 2013 entre la casa madrileña y el atelier subterráneo de aquel entonces de la artista plástica, Jacqueline Bonacic-Doric, Yaky. Aunque después de tanto tiempo ya no somos las mismas, me decido a publicarla por el impacto que sigue teniendo su obra y pensamiento en mi vida cotidiana y desarrollo profesional. 

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Thais: Yaky, ¿desde dónde creas?

Yaky: Toda mi obra la trabajo desde la inexactitud, con lo azaroso, con el accidente. Mi aproximación a los espacios es mucho más sensible que medible. No es racional. Después se vuelve racional porque una empieza a organizar, a ordenar, porque jugás, componés, pero toda la composición de lo que sea, el conocimiento de un espacio, el acercamiento, tiene que ver con un aspecto más institivo, más intuitivo. Si quieres, como más estético. 

T: Me gustaría que comenzásemos hablando de tus héroes, a los que llamas manifestaciones del ser. ¿Cuál es la respuesta del público cuando l@s expones?

Y: Excelente. Ahí para mí es una de las cosas más importantes: darle sentido a mi trabajo. Tener la sensación de que lo que hacés tiene un eco que es transformador. Que no es solo, ah, qué curioso, sino que la gente realmente conecta con su emoción. Los héroes hacen algo casi como si fueran mágicos. Y hacen hablar a la gente. Es un trabajo, no inconsciente, pero sí donde yo tengo mi lenguaje. Son ellos los que buscan con las herramientas que encuentran en mí ser el ser. Por eso son manifestaciones del ser. Son ellos los que me dan su nombre. Bueno, es un diálogo, no una concepción... Y  eso evidentemente tiene en la gente una recepción muy buena porque es muy emotivo todo, es muy emocional.

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T: ¿Cuándo aparecen esos héroes y heroínas de lo cotidiano que estás moviendo en entornos urbanos? 

Y: El trabajo con los héroes comienza en 2008 en la época de crisis. Mucha gente lo relaciona con lo chamánico, con el fetiche chamánico, esta cosa más antropológica de buscar en las tribus el elemento mágico. Pero por otro lado, es un trabajo tremedamente urbano. Son seres que habitan hoy, que siguen existiendo hoy, y eso los vuelve urbanos. Y además están hechos de materiales recogidos de la calle. Entonces no pueden no tener el componente de lo actual.

T: Juegas con la idea de que lo que l@s otr@s desechan, tú lo utilizas, o lo reutilizas, o le das otra función.

Y: Sí, eso como idea apareció mucho después, pero apareció. De hecho, no fue que me planteé y dije: hoy vamos a trabajar el tema de la basura, porque bueno, hay mogollón de artistas que lo están trabajando desde hace mucho tiempo. Hay mucha conciencia respecto a eso, aunque no haya cambios fundamentales, pero no es algo que está en la oscuridad, no es algo que hay que poner. De hecho, está en todos los foros del mundo. Que después no se resuelva es un problema humano, de la estupidez humana. Más que humano, político. Pero esto apareció después.  Primero, fue a partir de una necesidad de ternura. Hay dos cosas. La primera fue empezar a enfrentarme al mundo visual; yo pinto también y en la exposiciones existe esta cosa fría donde el único sentido que se desarrollaba y que está más desarrollado en nuestra sociedad tiene que ver con la visión. Hay una gran necesidad de que hay otros sentidos como el tacto, que los hemos ido dejando relegados solo a lo afectivo con respecto al otro, como en el olfato. Esto me empezó a dar mucha pena en las exposiciones. Me angustiaba, en realidad. La sensación era que todo tendía a seguir desarrollando un tipo de discurso y de encuentro con los otros que tenía que ver con lo visual y la imagen. Y que en definitiva estabamos siendo hijos de la imagen, que está bien porque a mí me gusta, pero mis ganas eran cómo crear una obra donde participasen otros sentidos, donde el público pueda ejercer otro tipo de conocimiento, de aprendizaje, de acercamiento. De repente, si vos tomás alguno de los héroes, algunos suenan porque están hechos con bolsas de plástico. No hay una cosa decodificada, metódica en mí, que diga, "voy a usar el plástico, voy a usar los sentidos, el oído, el olfato". Estas piezas empezaron a surgir por una cuestión muy personal, en un momento en que necesité conectarme con la ternura en especial. 

T: Tú siempre sueles hablar de que ese proceso de creación es un acto lúdico. ¿Te sucede también con la pintura? 

Y: La pintura también es lúdica, pero es más dura. Yo me pongo con ellos y el proceso es muchísimo más rápido, me sorprende más y es mucho más libre. 

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T: ¿Controlas más en la pintura lo que quieres plasmar?

Y: No, no hay control. Justamente lo que pasa es que el volumen a mí me es mucho más cercano porque uso el tacto.  Con las manos yo tengo un elemento mucho más táctil, más ligado a mi emoción. Con la pintura tengo un elemento más ligado al intelecto. Al pensamiento. Y participa mucho más cercanamente la mirada de los otros. Está mucho más adentro. Mientras que en esto otro, como es con las manos, me es mucho más fácil, me sorprende más. Pero porque, evidentemente, hay un conocimiento que no tengo descodificado y que estoy empezando a conocer a través del proceso y de lo que le pasa a la gente. Yo fui la primera sorprendida cuando alguien quedaba conmovido. También me había pasado con la pintura pero de otra forma. Y cuando entendía qué era eso yo me dije: bueno, tengo que seguir. Además, ellos siguen. Y por eso aparece lo del reciclado ya que nunca tengo muchos recursos, como nos sucede bastante a los artistas que no estamos ligados a instituciones ni a planes de cultura. La precariedad es uno de los elementos permanentes en nuestra existencia, agarrás lo primero que encontrás. Y así, fue como empecé a acumular. Después se ha vuelto el material con el que trabajo y la gente lo sabe, viene y te trae cosas, yo sigo recogiendo. Y es ahí donde decís, mirá, además está esto, lo que la gente desecha. Porque además dentro de la reflexión de la falta de ternura aparecía una gran fragilidad con respecto a la situación social, a la imagen social con los otros. La fragilidad de cómo estoy yo en el mundo, quién soy yo en el mundo. Y esa fragilidad te puede cerrar, y de hecho, uno se cierra y se aísla. Y es en ese aislamiento es donde uno comienza a crear algo y se vuelve fuerte. La fragilidad era eso: el tema de la seducción, el tema de quiénes tienen el poder en el mundo. Porque claro, uno tiene ganas de transformar las cosas, pero también tiene ganas de vivir más comodamente. Después cuando pensás cómo está el mundo distribuido y el desequilibrio que hay, decís, yo soy muy afortunada, sí, pero es una cagada que existan niños que se cagan de hambre. Y esto es una realidad objetiva que se podría cambiar y que no se cambia. Y que los que tendrían que hacer algo que son los políticos, no lo hacen. Y una en tanto que artista dice, bueno, cómo hago para seguir denunciando lo que siempre se denuncia y en realidad es de una. Mi fragilidad es la fragilidad de todos aquellos que quisieron acceder a otra cosa y la única manera de acceder es construyendo. 

T: ¿Cuándo empezó esta mirada crítica de la que hablas y que marca toda tu obra? 

Y: ¿Cuándo empezó? Desde que nací y tengo el recuerdo. Además, me tocaron los países de Sudamérica, Pinochet. 

"Si quiero", Serie Orquídea (Jacqueline Bonacic-Doric, Yaky)

"Si quiero", Serie Orquídea (Jacqueline Bonacic-Doric, Yaky)

T: ¿Eres una niña del exilio? 

Y: No, soy una niña del mundo. El exilio posibilitó que una sea del mundo. Las cirscunstancias que una vive son también lo que una haga con ellas. El sometimiento a ciertas cosas, todos estamos sometidos, pero dejar que ciertos hechos construyan tu vida me parece un horror. Si tengo que dejar que los hechos de la dictadura me marquen... Eso de jovencita me pasó, pero yo no puedo vivir con este imaginario. No puede ser que este tipo, tal cual es, esté en mi cabeza. No se lo voy a permitir. Estuvo en una experiencia y en un trecho, pero a partir de ahora vos no podés conmigo adentro. Es una lucha permanente que sucede desde muy chiquita. Que la encontré y la busqué en diferentes cosas. Con 15 años yo tuve una experiencia muy bonita con mapuches, me fui a un viaje que supuestamente era al sur y terminé con una gente que se estaba organizando. Son cosas que te abren los ojos. Otra cultura, otro lenguaje. De otra forma, en la montaña. Agresiones hacia ellos de parte de otros grupos. Todo eso te va mostrando que hay de todo. Y además que desde muy pequeña es verdad que mis viejos se preocuparon de eso. Mira, nosotros tenemos esto, pero alrededor hay gente que no. Es gente muy solidaria. Yo crecí en una familia muy solidaria y muy libre. Si tú nos ves a todos los hermanos somos todos muy distintos y eso es un hecho muy claro de que cada uno ha hecho su vida. Mi viejo siempre me decía, y yo en eso tengo un reconocimiento tremendo, vos tenés que ser feliz. Después lo que hagas, me importa nada. Pero la vida es para eso. 

T: Yo diría que es un eje común en tu vida y en tu obra: la libertad. Así te definiría yo. Creo que es algo muy visible, quien te conoce como artista y quien te conoce como persona sabe que intentas ser lo más libre posible. 

Y: Yo le he hecho mucho caso a un sueño cuando  ha tenido la fuerza dentro mío. No he esperado nunca a tener las circunstancias, las creo yo. Por eso, objetivamente hablo de resistencia. Para muchos es una locura la elección del arte en mi caso. Y lo empezás a hacer y de repente te das cuenta de que lo estás haciendo. Y pasás por lo que sea porque una siente que hay algo, entonces toman sentido muchas cosas. Que es la forma en la que una quiere vivir. Yo conozco mucha gente con una capacidad expresiva impresionante, que a lo mejor han terminado en un psiquiátrico, porque no han tenido la estructura. Creo que si pudieramos vivir casi todas las situaciones emocionales, los pensamientos distintos, la libertad de un cuerpo en un espacio determinado sin la restricción de ahora yo me tengo que poner... Un poco más el animal que somos, el mamífero. Lo más instititivo. Yo creo que tendríamos solucionadas bastantes cosas, lo que pasa es que este sistema se ha preparado para anular toda esa parte institiva. Ahora tenemos los colegios llenos de niñitos que tienen que someterse. No, ahora no es la hora de hacer pipí. Y por qué yo necesito poner mi sistema biológico al servicio de la comunidad. Mi sistema es que yo voy a las once al baño, otros irán a las tres. Pero llega un punto que es tal la manipulación que una misma se obliga y ya te acostumbrás. Está bien. Pero, ¿quién dijo que había acostumbrarse a qué, para qué? Y más con este sistema. Si somos incapaces de transformar lo mínimo para todos. Deberíamos nacer con lo mínimo, con un pan bajo el brazo como se dice. A ninguno de nosotros nos debería faltar nada, a nadie. Un mínimo por nacer. Porque además todo lo que aparece es creación de todos.

T: Una persona libre como tú, ¿tiene ataduras?

Y: Claro, las de mis sistema nervioso. Las propias de mi biología, de mi sistema nerviso.

T: ¿Y sociales, que te impone la sociedad? ¿Te ves obligada a algo por algo, por el contexto, por lo adecuado?

Y: Sí, pero más que obligaciones son decisiones que una va tomando de la vida en comunidad. Yo soy una persona súper social. Me encanta la gente. Me gusta estar. Entonces una hace concesiones, claro. De hecho, yo creo que tendría un carácter muchísimo más duro, más dictatorial. Y eso es un trabajo sobre una misma. Pese a todo, siento que actúo con libertad, si alguien me hace una propuesta, cualquiera que sea, y siento que el corazón se me estruja o que la cabeza empieza demasiado a dar vueltas como de no, no, digo que no y me quedo tranquila. Porque no tengo el tema de la competición ni del progreso. Hay muchas cosas que no entiendo y que, afortunadamente, puedo ejercerlas ahora porque soy artista. 

T: Me gustaría comentar un tema contigo del que ya hemos hablado en otras ocasiones. En tu página web (https://artyaky.com) he visto uno de tus vídeos en donde narras una anécdota sobre tu infancia en el colegio. La profesora os pide hacer unos ositos y tú entregas una creación muy personal, que ella tilda de extraterrestre. Y cuentas que eso tocó tu parte de feminidad. El resto de las alumnas eran dulces, entregan sus ositos tiernos, suaves, rosas y lo tuyo era un monstruo para la profesora. ¿En dónde radicaba tu feminidad en ese momento distinta a la del resto de las alumnas ? 

Y: ¿En ese minuto? No tengo idea. En ese caso la feminidad estaba relacionada a lo suave, a lo bien acabado, a la exactitud, a la precisión, al acompañamiento de un acto con un toque amoroso y dulce, suavidad. Y yo había hecho un osito que no tenía nada de suave, pero lo había hecho sola. No sabemos si las otras niñas lo habían hecho ellas o la mamá en la máquina de coser. El mío tenía un ojo de un color, otro de otro. Yo lo adoré. Y tenía diferentes texturas, una era más rugosa, otra textura de otro material. Estaba hecho de pedazos y trozos. Y es evidente que eres la única de la chicas, frente a los ositos rosas, que llega con algo que se vuelve como brutal para la persona que lo recibe. Esto es un monstruo, un extraterrestre delante de mis compañeros, chicos también. Me sentí que yo era un chico y no una chica. Que lo que había hecho era muy brutal. Y eso me ha acompañado toda mi vida. Y es que yo tengo un lado brutal que sale muchas más veces de las que me gustaría y que lo he domesticado bastante. 

T: Pero lo brutal en el imaginario colectivo lo relacionamos, como comentas tú en este caso, con lo masculino. Es lo que creemos. Es lo que yo he interpretado cuando he visto el vídeo. 

Y: En esa época los chicos eran los que se subían a los árboles, los que corrían.. yo igual jugaba con ellos. Hasta ese momento yo nunca había tenido conciencia de la diferencia. Pero para mí esa profesora me marcó una diferencia de algo. Evidentemente, hizo un hincapié en que mi trabajo no correspondía a una mujer. Pero era parte de su educación. Tuve la suerte de que este tipo de comentarios en el colegio, en la casa fueran simplificados como: no les hagas caso. Vos tenés que hacer lo que te gusta. O bien, se equivocó la profesora, no yo. Pero cuando eres pequeña igual estás investigando los códigos. Y si mi código de mayor verdad es que me he pasado toda la noche trabajando, haciendo ese osito con mi mayor amor, y eso es tomado por el otro como rechazo, una dice: los códigos no son los mismos. ¿Qué es lo que yo tendría que hacer para que ser aceptada?. Por eso hablo de feminidad, pero está mal empleado. Es algo sobre lo yo no he reflexionado: sobre lo masculino, lo femenino. 

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 T: Salto de tu infancia a la actualidad. Vives en Madrid, has vivido anteriormente en París, donde ahora pasas largos períodos y has comenzado tu andadura artística en Berlín. En Berlín todo empezó en un Centro Sociocultural de Mujeres, el Frauenkreise, una plataforma para visibilizar, fomentar y apoyar el trabajo de mujeres. Es un espacio gestionado únicamente por mujeres. Esa ha sido tu puerta en Berlin. Me gustaría saber cómo valoras este tipo de proyectos y propuestas de enfoque e inspiración feminista. Sé que tenemos posiciones diferentes. 

Y: Bueno, no sé si diferentes. Ya sé por dónde va la pregunta y es una pregunta tramposa de tu parte (risas de las dos). Voy a partir diciendo que no he reflexionado sobre ello profundamente.

T: Me gustaría decir, como parte integrante de ese proyecto, que muchísimas mujeres que participan y colaboran con el centro no se definen como feministas. Incluso se posicionan en contra. Quiero decir, que es un espacio para mujeres que se identifican con diferentes identidades de género, orientación sexual, clases, procedencias y con distintas posiciones políticas, que no necesariamente han reflexionado sobre la desigualad de género. 

Y: Yo he participado mucho en muchas plataformas así. Han sido para mí una forma de visibilizar mi obra y es verdad que debo reconocer que es gracias a ese tipo de espacios que he tenido mayor recepción al principio, en mis inicios. Bueno, la primera plataforma fueron los bares y fue fantástico. Incluso las galerías se empezaron a dar cuenta que los espacios de bares son espacios donde hay más gente. Volviendo al tema, repito que no es un tema sobre el que haya reflexionado. Como yo crecí en Sudamérica, el tema de las diferencias entre lo masculino, lo femenino no ha sido tan fuerte. Somos más jóvenes en ese sentido. Tenemos una tradición más directa de lo indígena, en donde la mujer tiene un poder muy importante en la tribu. Las mujeres son chamanes, que es un lugar de poder, hay como otra estructura, en donde la mujer no tiene un lugar menor dentro de la organización. Tengo a sensación de que aun después de que se mezcló con la colonización, los hombres que llegaron, se adaptaron a la situación. Entonces yo no tengo una fuerte educación con respecto a la lucha feminista, tengo más experiencia con respecto a la lucha de clases. Al nacer en unos países en crisis permanente, el tema de la lucha de género quedó totalmente relegada. Pensá concretamente, ponelé vos en Chile, en un momento dado casi todos los hombres fueron tomados presos y las mujeres tuvieron que tomar y hacerse cargo de las casas como jefas. Entonces hubo una cosas de poder femenino muy reconocido por todos. No era esa la discusión. Estábamos todos centrados en otra cosa. Era un dictador concreto con una estructura concreta que venía de un imperialismo flagrante como el de Estados Unidos, que era un plan para toda Latinoamérica. Entonces yo nací en medio de eso. La situación era que el hombre era el compañero, éramos compañeros y compañeras. De hecho, ahora Latinoamérica está llena de presidentas. Claro, yo llego a Europa y me encuentro concretamente con la lucha de género y evidentemente yo en tanto que artista he tenido situaciones aquí en Europa con artistas hombres donde ha sido muy difícil y donde a mí me han dicho, los hombres son los pintores, pero las mujeres que pintan son locas. Pero yo no soy susceptible a este tema. No me mueve nada. No tiene ningún valor lo que me está diciendo. Después puede tenerlo en la estructura de que sí, estás en una situación más precaria o te llaman menos, pero ahí no encuentro una justificación con eso.

Claro, decís por mujer, y esto se estudia y es verdad. No hay espacios. Bueno, me los voy a inventar. De hecho, insisto, mis espacios han sido siempre marginales. Tampoco sigo un camino profesional de lo que sería el arte, las galerías, los recursos institucionales. Yo sigo un camino muy personal donde ese tipo de luchas no las cuento. Se dan porque están, pero yo no me voy a pelear con ustedes. Sí, yo soy mujer y soy artista. Ya está. Pinto como la mujer que soy. Tampoco tengo una definición muy clara de lo que es ser mujer o no, en mi caso. Y no me preocupa tampoco. Cuando decidí no tener hijos, porque nunca tuve una sensación de maternidad, no me generó una situación de conflicto. Siento que hay una igualdad porque yo me la he tomado. No desde los lugares más álgidos, sino que he hecho un camino muy de hormiga, muy paralelo, muy marginal. Y en ese camino marginal este tipo de cosas no existen. Se asume que somos iguales. Y si se habla de maltrato, yo también he maltratado a un hombre. En lo más íntimo no he vivido la desigualdad, nunca la he sentido. Hablaría de desequilibrio general. Yo para construir lo poquito que he construido ha sido gracias a redes sociales y han sido amigos, amigas, amigos de amigos. En otros niveles, como el mercado del arte en Paris, es muy dificil. Rancio. Los parisinos compran obras de todos los muertos, con los vivos no arriesgan. Para poder seguir como artista lo único que cuenta es tener el sueño. Y tener este espacio donde me pueda encerrar, ocupar mis horarios como quiera, comunicarme con los que quiera. Y saber que cada uno de los cuadros que se va y se vende está a precios accesibles. Y que eso a mí me permite vivir. Es crear otro mundo paralelo donde una se mueve con las leyes que va pactando y no con las impuestas. 

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T: Es esa la libertad con la que tú vives. 

Y: Yo creo. Y puede ser muy egoísta. Es verdad, yo reconozco que tengo un camino egoísta. Lo empecé sola. Hoy por hoy me estoy acercando a colectivos, por ejemplo, gente que conocí en el 15-M de Madrid. La experiencia del 15-M me parece fascinante. Por lo que pasó adentro, por cómo se movió la gente, había una fuerza. A partir de ahí yo he encontrado a artistas o gente que está en la cultura con el mismo diálogo. Ahora estoy encantada porque estoy encontrando gente con una forma de comunicación donde es fácil. Yo he tenido momentos de mucho esfuerzo que tienen que ver con la resistencia de buscar un trabajo más coherente con quién estoy colaborando y a quién estoy apoyando con lo que estoy haciendo. Ahí me parecen súper valorables los espacios feministas. De hecho, a mí me dio la oportunidad de abrir en Berlín. Pero en el momento en que yo digo traigamos un amigo músico hombre....

T: Es cierto que hay colaboraciones con hombres, como con tu amigo músico, pero si puede haber una mujer que haga ese trabajo, mejor. ¿Por qué? Porque ellas son las discriminadas en esos espacios: buscas un técnico y aparecen hombres, aunque también hay mujeres técnicas. Igual con mujeres músicas, hay muchas DJs mujeres, cada vez más. Vamos a buscarlas. Si podemos darle visibilidad y trabajo a esas DJs, técnicas, artistas, lo hacemos. Ahora bien, ¿colaborar con hombres en proyectos feministas? Perfecto. De hecho, me parece que ese es el camino. Es un asunto de ellos también. 

Y: Por supuesto. A mí me parece que es una situación también difícil para ellos de cómo situarse en este momento. Está cambiando un paradigma desde hace mucho tiempo y situarse en ese nuevo paradigma con la mujer profesional, para los tipos también es un tema. Hay que ver que ellos también son vulnerables. Lo que hay que fortalecer es cómo yo me busco los espacios, cómo me presento. ¿Por qué en los centros no hay direcciones de las técnicas? Porque a lo mejor las técnicas tampoco están llegando a esos lugares. La primera vez cuando trabajaba en Argentina con el grupo de arte,  Arte Bravo, fue mi primer contacto con el tema de género. Para mí desapareció enseguida porque no lo pudimos trabajar. Ahí apareció una banda de hombres que son ahora muy conocidos, que en ese tiempo se llamaban la Organización Negra. Hacían unas performances alucinantes. Hoy su grupo es mixto, pero en ese minuto cuando empezaron a nacer habían decidido que no iban a tener mujeres. Y estas chicas estaban muy dolidas, algunas eran como novias de los chicos y querían participar porque ellas también eran artistas. Entonces nos encontramos, me invitaron a trabajar con ellas y lo primero que me dijeron es, solo mujeres. Para mí, no tenía ninguna connotación en mi experiencia. Pero la segunda vez que armamos el otro espectáculo, necesitábamos ser doce personas y yo me encontré con un chico que hacía caleidoscopio en la calle, que me parecía que su trabajo era finísimo y que era la persona que necesitábamos para estar con nosotras. Ellas al principio no quisieron y terminamos siendo un grupo mixto que funcionó muchos años y ese discurso desapareció. Hay cosas que yo ya no las creo, no más. No les doy ninguna importancia. Tengo la sensación de batalla y eso me aburre. Me interesa más cómo nos organizamos para tener una mirada más lucida. Y en esa lucidez no quedarnos estancados. A lo mejor lo que hay que hacer es estar mucho más atentas. Yo puedo pecar en indiferencia. Principalmente, Thais, ¿sabés por qué? Porque como yo trabajo el tema de las entrañas, si yo no siento que me pincha, que me toca...